30/11/10

Milagros es así: vitalista, alegre, servicial, generosa, amante de los niños, atenta a las necesidades de los mayores. Es que ella a sus ochenta... ¿y? todavía se siente niñ, y adolescente, y joven, y mayor..., porque lo importante es la vida que corre por sus venas. Esa vida brota en ella a borbotones, impetuosmente, como el agua que ofrecen con fuerza, los caños de la fuente. Por eso sabe aparcar las limitaciones físicas, como las que le proporcionó el carnero tontorrón, al que con tanto cariño fue visitar; y sabe, sobre todo, potenciar, emplear al máximo, las habilidades que le quedan. Ahí está el secreto. La he visto subir cada día, con el amanecer, hasta "Cochá", bajar con la mochila al hombro cargada de castañas y acudir a la huerta para acariciar las berzas, y las acelgas, y los tomates, y hasta el musgo que arranca con cariño. Agachada, casi de rodillas, parece besar la tierra, con la misma ternura que se besa a un niño recién nacido.

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